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‘Cine en el oído’, por Jonay Armas para Platino EDUCA

La música en el cine nos habla. Aunque los personajes de la película no sean capaces de escucharla, nosotros, los espectadores, somos testigos privilegiados de una melodía que nos cuenta cosas más allá de los acontecimientos proyectados en la pantalla. Es como si la música nos ayudase a explicar la película, a entenderla mejor –porque muchas veces esa música se convierte en el sonido de los sentimientos de los protagonistas y nos ayuda a entender cómo se sienten, aunque ellos no nos hayan contado nada de viva voz.

Ahí es donde reside la gran riqueza del cine: en que, gracias a él, podemos expresar una misma idea con diferentes métodos. Por ejemplo: supongamos que el protagonista de la película se siente muy triste y hay que expresar esa tristeza en el filme, para que el espectador entienda que el personaje está sufriendo. Para conseguirlo, para poder transmitir esa información a la audiencia, podríamos utilizar los diálogos y que el personaje sencillamente dijera: «Estoy triste».

También, en lugar de ello, podríamos pedir al actor que interpreta al personaje que mirase a la cámara, que arquease las cejas y dejase caer su expresión facial, para que fuese su rostro lo que nos hiciera ver que está triste. O tal vez podríamos recurrir a un narrador que nos explicase todo lo que estamos viendo –y entonces solo tendríamos que pedirle que dijera: «El personaje se encontraba triste». Como alternativa, podríamos usar la iluminación y hacer que un foco alumbrase a nuestro protagonista mientras todo a su alrededor se queda a oscuras –y también eso podría hacer que pudiésemos sentir la soledad y la tristeza del personaje.

Chico & Rita (Fernando Trueba, Tono Errando y Javier Mariscal, 2010).

Pero quizás, en lugar de todo ello, podría surgir de repente una sica de tono melancólico que nos pusiera en la pista de cómo se siente el personaje –sin necesidad de que él nos lo dijese con su voz, ni con su rostro, ni con un narrador de fondo, ni siquiera haciendo que cambie la luz del entorno. De ese modo, solo con la música, tendríamos acceso directo a las emociones de nuestro protagonista –algo así como un pase VIP al interior de sus sentimientos.

Esto, entre otras cosas, es lo que hace a una película más o menos inteligente, sutil, sofisticada o sencillamente eficaz en su intento por contarnos una historia. Es decir, un filme en el que todos los elementos de la puesta en escena y de la postproducción se utilizan de forma que comprendamos mejor la historia que se nos está transmitiendo y consigamos identificarnos con ella de una forma más sencilla y directa. Si todo está explicado a través del diálogo que recitan los protagonistas, seguramente la película termine siendo muy aburrida –mientras que si todos esos elementos mencionados se combinan de forma complementaria y efectiva, es probable que la película nos pueda resultar mucho más entretenida y satisfactoria.

Utilicemos un ejemplo extraído de una secuencia de un largometraje para descubrir hasta qué punto la banda sonora puede transmitirnos una información exclusiva que no tiene por qué estar contenida en las imágenes. Se trata de la película de 2010 Chico & Rita (Fernando Trueba, Tono Errando y Javier Mariscal), una hermosa cinta de

La escena que queremos analizar se encuentra en el minuto 41:00 del metraje y comienza con Chico sentado frente al piano, tocando música distraído junto a una animada banda en un club de jazz. Chico está triste porque piensa que Rita va a abandonar la ciudad, que se marcha para trabajar en otro lugar. Por eso se le puede observar absorto frente al piano, con el semblante totalmente serio. ¿Qué estará pensando? ¿Está triste, o simplemente está concentrado mientras practica con su instrumento musical?

De repente, los músicos del escenario descubren que Chico está tocando otra pieza musical y se detienen para escucharlo. Es una música de carácter más melancólico –el estilo animado y divertido de la orquesta ha desaparecido. Entonces, la película da un salto temporal de algunas horas: ahora Chico ya ha terminado el concierto y vuelve a casa paseando por el Malecón de La Habana. Pero esa música melancólica que estaba tocando en su piano continúa sonando mientras pasea, como si ese sonido fuese la expresión perfecta de lo que está sintiendo en su interior en esos momentos de tristeza.

Los instrumentos de la orquesta han vuelto a unirse a la música, el piano ya no se encuentra solitario y triste. Bajo, batería y saxofón han vuelto a aparecer, pero acompañando ese sentimiento melancólico que anunciaba el piano del comienzo. También emerge un generoso grupo de violines. Mientras, seguimos viendo a Chico caminando por el Malecón cabizbajo, propinando un leve puntapié a una lata que se encuentra en mitad del camino y avanzando, absorto en sus pensamientos.

Chico & Rita (Fernando Trueba, Tono Errando y Javier Mariscal, 2010).

Ya no es una música trágica, el piano ya no está solo y triste. Desde luego, hay melancolía; pero también podemos sentir el ritmo (la presencia de la batería ayuda mucho en ese sentido), la sensualidad y cierto buen humor (el saxofón es el aterciopelado rey de la elegancia). Sigue habiendo melancolía en esta música, pero es un sentimiento que busca levantarse, que intenta continuar hacia adelante y dejar atrás esa enorme tristeza que había propuesto el piano solista que sonaba unos segundos antes.

Aunque Chico no haya hablado en ningún momento durante toda la escena, sabemos perfectamente cómo se siente tras la marcha de Rita, y todo gracias a la música que le acompaña. ¿Está terriblemente triste y desconsolado? ¿Jamás superará ese drama que está viviendo en esa noche aciaga? Más bien es consciente de que lo que vive es pasajero, de si bien se trata de una noche triste para él, es posible que mañana se encuentre mejor –que sea capaz de ver la situación con otra mirada, con otro ánimo, con una perspectiva más optimista. Sabe que tiene que vivir esa tristeza en ese momento (y por eso el piano sonaba muy triste al principio), pero también sabe que, aunque duela un poco, debe recuperarse y continuar. La vida sigue, en definitiva.

Volvemos pues al punto de partida: la música juega un papel fundamental para entender la película y se encuentra en el mismo nivel de importancia que las propias imágenes –porque nos ofrece una información que no está en la pantalla, una información que no se nos transmite de ninguna otra manera. La música hace que las imágenes cobren un nuevo sentido para nosotros, nos da la capacidad de leerlas correctamente. Las unas no pueden existir sin la otra. Por eso decimos que la música es capaz de hablar.

ACTIVIDADES

Como actividad para los alumnos se propone un debate sobre la función de diferentes bandas sonoras para una misma escena, tomando como ejemplo la secuencia de la película Chico & Rita, localizada en el minuto 41:00 de metraje y que se ha usado como ejemplo durante este mismo artículo.

Se propone debatir con los alumnos qué les transmite la música que aparece en la secuencia, qué información ofrece la música aunque no haya ningún diálogo en la escena. Y tras esta charla, preguntarles qué transmitiría la misma escena si esta secuencia contase en su lugar con estas bandas sonoras alternativas:

 

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