Alfabetización audiovisual archivos - Página 4 de 6 - ECAM Alfabetización

Suele decirse que las personas más jóvenes son nativas digitales y que tienen mucho contacto con lo audiovisual por la enorme cantidad de contenidos de muy fácil acceso que consumen asiduamente a través de plataformas de streaming, YouTube, redes sociales… Lo que no sé es si os habéis planteado que no todos los contenidos que encontramos en la red son contenidos de ficción (y además, que no solo los podemos hallar en las plataformas).

¿Alguna vez habéis pensado que muchos de los vídeos que se cuelgan en internet en las diversas redes sociales son de carácter documental y que, si los juntáramos, tendríamos una película documental de cada persona, de su vida? ¿Os habéis planteado si ese contenido que vemos o publicamos refleja realmente la realidad? Esto es algo que, de alguna manera, ya concibió Richard Buckminster Fuller (así como la educación telemática, por cierto). Fue una interesantísima figura del siglo XX y, si no lo conocéis, podéis aprovechar e investigar sobre él en cuanto tengáis un momento, porque os va a sorprender lo visionario que fue con algunas cosas.

Mitchell Maher / International Food Policy Institute (CC BY-NC-ND 2.0)

Pero no nos perdamos y volvamos al cine, al documental y a la enorme cantidad de contenido que se cuelga a diario en las redes sociales. Pensemos que el documental, en principio y solo como punto de partida, es lo opuesto a la ficción. En la ficción hay un guion, unos personajes inventados y una historia que no es real. Sí, me podéis decir que hay películas basadas en hechos reales, pero si están ficcionadas no son documentales a no ser que formen parte de él. A esto se le llaman elementos «dramatizados» o «ficcionados», es decir, material de ficción rodado para ilustrar algunas partes de la historia que se quiere contar.

Y sí, también es cierto que el documental tiene un guion para poder trabajar, pero el suyo no es exactamente igual que un guion de ficción. En resumen, podemos decir que el documental pretende mostrar la realidad tal y como es, contarnos una historia que no es inventada, documentar algo que ocurre, ya sea un hecho histórico, la vida de una persona, un crimen sin resolver… (o puede ser de esos que a mí me fascinan, los documentales sobre cine, que también los hay). Y estos solo son algunos ejemplos, porque los podemos encontrar documentales sobre cualquier cosa que os podáis imaginar. Y si no, haced el experimento y mirad la etiqueta «documental» en alguna plataforma en la que tengáis suscripción (como Platino Educa).

My Mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2020)

¡Ah! Y para añadir algo más de complejidad al asunto, os cuento que existe un tipo de documental interesantísimo que se llama «falso documental» o, en inglés, mockumentary. Para entendernos, sería una película de ficción que pretende parecer un documental. Aquí ya hemos rizado el rizo sobre lo que es real y lo que no. Un caso muy interesante que acaparó premios en festivales este año fue My Mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2020) que, a partir de lo que se llama «material encontrado» o found footage –un material previamente rodado a la elaboración de la película–, hace un interesante ejercicio de ficción. Es decir, convierte un material documental previo en una película de ficción. Sin duda, los límites entre la realidad y la ficción no siempre son fáciles de delinear e investigarlos resulta apasionante. Veamos algo más sobre esto.

Si atendemos a la definición del diccionario de la RAE de ‘documentar’, se nos dice que significa «probar, justificar la verdad de algo con documentos». En el caso del cine, lo haríamos con documentos audiovisuales, testimonios grabados, imágenes. Probar la verdad, mostrar la verdad. Qué difícil esto, ¿no? «Contar la verdad» suena como un concepto muy grande, sobre todo si pensamos que detrás de esa película documental siempre habrá una persona que la dirige y dará su punto de vista. Alguien que, aunque filme la pura realidad, no podrá evitar dar su visión personal en cierto modo –dependiendo de a quién entreviste, cómo monte esas imágenes o qué música elija, por poner solo algunos ejemplos.

Simplemente dependiendo de si colocas la cámara más cerca o más lejos de la persona que entrevistas, en qué lugar sitúas a esa persona o si la filmas con una óptica u otra, ya estás tomando partido por una forma determinada de contar las cosas. Imaginad que enviamos a tres personas al mismo sitio para rodar un documental, por ejemplo, sobre el cambio climático; cada una de esas tres personas rodaría una película completamente diferente que nos contaría algo distinto sobre un mismo tema. Ese es el punto de vista, indudablemente. Y no olvidemos algo muy importante: sea documental o ficción, siempre estamos narrando, siempre contamos una historia.

Una vez que hemos visto que la verdad y la realidad son lo más importante en el documental (sea lo que sea que entendamos por estos conceptos, que podríais debatir ampliamente en clase, por ejemplo relacionándolos con las fake news), vamos a hacer un breve viaje a los orígenes del cine porque, curiosamente, lo primero que se rodaron fueron piezas que no eran de ficción. Quizá, sin ni siquiera saber bien lo que estaban haciendo, porque simplemente se limitaban a recoger lo que veían con una cámara. Eso sí, lo hacían en movimiento, algo que hasta ese momento era imposible y que constituía un hito que iba a suponer el nacimiento de un nuevo arte.

La llegada de un tren a la estación de La Ciotat, de Auguste Lumière y Louis Lumière (CC BY-SA 4.0)

De hecho, una de las primeras proyecciones que se hicieron en la historia fue la de La llegada de un tren a la estación de La Ciotat (Auguste Lumière y Louis Lumière, 1896), que mostraba sencillamente lo que dice su título. La impresión que causó ver aquella locomotora aproximándose una pantalla por primera vez fue tan grande que, según la leyenda, varios espectadores salieron huyendo despavoridos. Esto, aunque nos parezca un hecho lejano, nos puede hacer reflexionar sobre algo importante. No debemos pensar en el documental solo como un formato con entrevistas. El documental es observación y es escucha. Además, comparte elementos narrativos cinematográficos con la ficción, y puede contener imágenes impactantes que causen una honda impresión en el espectador –como fue el caso del propio tren de los Lumière o de cualquier película de ficción que imaginemos. Podemos recurrir aquí a esa frase hecha que tantas veces hemos oído: «la realidad supera la ficción».

Después de estas primeras piezas documentales que constituyeron el inicio del cine, las personas que se dedicaban a ese incipiente arte se fueron dando cuenta de que podían contar historias inventadas y ficcionar la realidad. De este modo, comenzaron adaptando cuentos populares para la gran pantalla con herramientas visuales aún muy rudimentarias. Pensad, por ejemplo, que, al principio, no había montaje, no se manejaban los valores de plano con una intención narrativa o dramática, y tampoco había sonido. Un buen y temprano ejemplo de estas primeras ficciones es El hada de las coles de la cineasta Alice Guy, un cortometraje de 60 segundos estrenado en 1896 –lo cual lo convierte no solo en la primera película dirigida por una mujer, sino también en la primera muestra de cine de ficción. Lo curioso de este tipo de piezas es que se acercan mucho a lo que podríamos considerar documental y, sin embargo, ya son ficción.

El hombre de la cámara, de Dziga Vertov (Dominio público)

Aunque la ficción entrase a formar parte del cine y se fuera haciendo cada vez más compleja y sofisticada a lo largo de los 120 años de historia que tiene este medio, el documental no desapareció sino que siguió evolucionando. Incluso parece aceptado que, en ciertos momentos de la historia del cine –como durante el cine soviético de principios del siglo XX o el neorrealismo italiano de la posguerra– se produjo una interesante hibridación entre la ficción y el documental, revolucionando lo que se estaba haciendo en ficción por entonces. En los años treinta, por ejemplo, el cine documental fue fundamental como instrumento político y de crítica social. Dziga Vertov llamó a este tipo de cine el «cine-ojo», tratando de buscar la objetividad y el realismo. Y es que hay algo que aún no hemos comentado: en muchas ocasiones, el cine documental tiene un importante componente de crítica o denuncia y es utilizado para poner de manifiesto situaciones de injusticia social que, de otro modo, quizá quedarían silenciadas u ocultas.

De la misma manera, a lo largo de la historia el documental ha permitido que conozcamos realidades que nos eran lejanas o ajenas, llevándonos a empatizar con otras culturas. Un caso muy conocido es el de Nanuk el esquimal, un documental rodado por Robert J. Flaherty –para muchos el primer gran documentalista de la historia. La película data de 1922 y recoge en imágenes sus vivencias durante el tiempo que pasó con los inuits (los habitantes de la tundra ártica), tratando de retratar su estilo de vida. Siempre se destaca de este trabajo su honestidad y la poesía que logra transmitir con sus imágenes. El documental permite mirar hacia fuera, pero también hacia dentro de la propia persona que lo crea, construyendo así su identidad. Es introspección y autoconciencia de quiénes somos y de quiénes son las demás personas que nos rodean.

Cartel de Nanuk el esquimal, de Robert J. Flaherty (Dominio público)

A lo largo del tiempo, el documental no ha dejado de reinventarse, de ampliar su mirada, de transformarla y de seguir buscando nuevas formas de acercarse a la realidad para contar las historias que hay en ella. Los trabajos documentales no suelen ser tan conocidos como los de ficción y hay festivales (Alcances, Documenta Madrid, Docs Barcelona) y asociaciones (DOCMA) que se dedican específicamente a estas películas para contribuir a su difusión –que, por suerte, es cada vez mayor. Os animo a ver documentales porque en ellos vais a encontrar una fuente muy interesante de conocimiento y reflexión, y una mirada particular hacia la realidad que nos rodea –lo que os ayudará también a alimentar vuestro espíritu crítico y vuestra capacidad de análisis.

U.S. Fish and Wildlife Service Southeast Region (CC BY 2.0)

ACTIVIDADES

1. Autorretrato en vídeo

Hemos empezado hablando de los vídeos que se cuelgan habitualmente en las redes sociales y de su carácter documental, y también hemos hablado de cómo se construye la identidad a partir, precisamente, del documental. Actualmente vivimos una enorme exposición de nuestras vidas en las redes sociales. Y no siempre con veracidad: pensemos, por ejemplo, en los filtros que modifican los rostros o en las fotografías con retoque digital. ¿Cómo afecta esto a la imagen que tenemos de nuestra propia persona y de las demás personas? Puede ser muy interesante investigar de manera documental en nuestra propia identidad y reflexionar sobre ella. Construyamos un autorretrato nuestro mediante una pieza de vídeo. Podemos grabarla con el móvil y editarla con alguna de las múltiples aplicaciones gratuitas que hay para ello. Se trata de valorar desde qué punto de vista nos vamos a mirar, qué vamos a retratar y cómo, y pensar que luego lo vamos a exponer a los demás en clase. Piensa en qué tipo de imágenes quieres rodar y por qué, y cómo construirás con ese material ese retrato. Las posibilidades son casi ilimitadas: ¡puedes usar found footage, por ejemplo!

2. Documental social

También podemos hacer una pequeña pieza documental sobre algún tema del que creamos que es necesario hablar porque es socialmente interesante o porque implica algo injusto que queremos denunciar.

Ara Malikian, una vida entre las cuerdas (Nata Moreno, 2019)

3. Documentar algo especial

Podríais hacer una pieza sobre algo que para vosotros sea habitual pero que, quizá, para el resto de personas sea desconocido. Imaginemos, por ejemplo, que voy todos los fines de semana a la montaña: ¿cómo puedo acercar ese entorno especial a los espectadores?

Hay algunos certámenes en los que es posible concursar con piezas documentales cortas y en los que podéis probar suerte con estas creaciones u otras que realicéis en el futuro. Por ejemplo, son muy conocidas las convocatorias que Cultura Inquieta saca periódicamente.

4. Ver documentales

Por último, y para indagar en documentales que se centran en una o varias personas, os propongo ver alguno de los siguientes títulos que encontraréis en el catálogo de Platino Educa: Ara Malikian, una vida entre las cuerdas; Marcelino, el mejor payaso del mundo; Antonio Machado, los días azules o La maleta mexicana.

Una vez lo hayáis visto, tratad de responder a las siguientes preguntas:

· ¿Con qué elementos narrativos cinematográficos se cuenta la historia y se hace el retrato de esa persona?
· ¿En qué aspecto de su vida se centra y por qué?
· ¿Desde qué punto de vista se cuenta?
· ¿Qué se nos quiere contar sobre esa persona?
· ¿Tiene el documental partes ficcionadas?
· ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de este documental?

 

Después del proceso solitario y alquimista de la escritura de guion, en el que intentamos describir con palabras las imágenes que teníamos en la cabeza, llega el proceso emocionante y desafiante de la preproducción, que es como denominamos a la preparación de un rodaje. ¿Por qué emocionante? Porque todas las piezas de ese puzzle que es el guion comienzan a cobrar vida: los personajes dejan de ser ideas abstractas para convertirse en personas de carne y hueso, y los lugares y objetos descritos se convierten en materiales tangibles.

¿Por qué desafiante? Porque tendremos que luchar contra las adversidades para lograr aquello que nos imaginábamos, y enfrentarnos a diferentes retos: el trabajo en equipo, la escasez de tiempo y de dinero…

Y para empezar la casa por los cimientos, nos haremos cuatro preguntas:

¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo?

¿QUIÉN?

La elección de los jefes de equipo

El cine es un trabajo en equipo, y lo primero que tenemos que determinar es quiénes van a formar ese equipo. Dividiremos la clase en diferentes departamentos, con sus respectivas funciones:

– Producción: es el departamento que se encarga de organizar el rodaje y orquestar el equipo, y que consigue los elementos que necesita cada departamento.
– Dirección: se encargarán de «imaginar» la historia en imágenes. Su trabajo es decidir la colocación de la cámara, qué planos se van a rodar, y guiar a los actores.
– Sonido: es el departamento que recogerá el sonido directo de las escenas, de colocar los micrófonos y de comprobar que los diálogos se entienden perfectamente.
– Fotografía: serán los encargados de la cámara, de colocarla según las indicaciones de dirección y de iluminar la escena.
– Arte: elegirán los escenarios y los objetos necesarios para la narración.
– Vestuario: definirán el vestuario de los actores y qué ropa es necesaria para cada escena.
– Maquillaje y peluquería: se encargarán de la caracterización de los actores, es decir, de su aspecto en la película.

2. El casting

La elección de los actores y actrices que interpretarán los personajes del guion es uno de los procesos más complicados en el aula. A la iniciativa que seguro que muchos muestran para ponerse delante de la cámara hay que sumar la timidez de aquellos que no tienen ningunas ganas de expresar emociones delante de sus compañeros (y menos dejar que una cámara las registre para la posteridad).

Como profesores, debemos guiar esta fase y dotarla de la seriedad y compromiso imprescindibles en todo proceso artístico. Es importante tratar a los actores como creadores, escuchar sus propuestas y hablar de los sentimientos y las intenciones de los personajes como si fueran personas reales. El cine es un acto colectivo de creación, y los actores son parte fundamental de las películas.

¿CÓMO?

Este es un momento fundamental en la preparación de un rodaje. Como si de un análisis de texto se tratara, iremos desgranando el guion, descifrando lo que quiere transmitir la historia y traduciéndolo a imágenes.

Por un lado, haremos una primera lectura de guion con los actores. Para dirección, este es un momento mágico: los diálogos del guion se escuchan por primera vez, las palabras cobran vida. Un ejercicio magnífico es cerrar los ojos y empezar a imaginar la puesta en escena. Siguiendo el sonido de las voces de los actores, de sus modulaciones e intenciones, los directores deben imaginar sus movimientos y cómo quieren verlos en cámara.

Podemos tener ya una cámara (incluso la del teléfono móvil) y probar movimientos: si la cámara camina con los actores, si se mueve alrededor de ellos, si los retrata estando fija sobre un trípode…

Aquí empezamos a definir el CÓMO contaremos la película, y los directores irán tomando notas de la puesta en escena, o cómo van a colocar los elementos que aparezcan delante de la cámara. Definirán los valores de plano en los que contarán las secuencias (primer plano, plano medio, general, etc) y si la cámara es fija o se mueve, siguiendo el movimiento de los actores o describiendo el espacio.

Durante la lectura del guion con los actores se irán definiendo los objetivos de los estos: qué quieren contar con la historia, qué emociones quieren demostrar en cada secuencia. Animemos a los alumnos a hablar de sentimientos y a expresar de una manera clara y asertiva lo que imaginan.

Después de la lectura de guion, el trabajo con los actores se estructurará a través de los ensayos, en los que se profundizará sobre las intenciones de los personajes, y se marcarán los movimientos.

Una vez tenemos clara la forma en la que queremos contar la película, haremos una segunda lectura de guion, esta vez con los equipos que formarán el rodaje. En esta lectura de guion cada departamento irá apuntando lo que se necesita para contar la película y que afecte a su labor. Todo el equipo tendrá la misma visión que los directores y, como una orquesta afinada, interpretarán la partitura (guion) de la misma manera.

¿DÓNDE?

La siguiente parada en este viaje hacia el rodaje es saber DÓNDE rodaremos la película. Para un cortometraje que hagamos en clase, tendremos localizaciones limitadas: las aulas donde tengamos permiso, quizás el patio de recreo, a lo mejor el comedor o el salón de actos. Hay que animar a los alumnos a utilizar su imaginación y a optimizar los elementos a su alcance. Podemos convertir un aula en una habitación, o el comedor en una cafetería… Quizás hacer una persecución en el patio del colegio, o convertir el salón de actos en un cine. Con nuestra ayuda, los alumnos podrán sacar provecho de las limitaciones.

Una vez elegidas las localizaciones, el equipo de arte tendrá que diseñar los espacios y hacer una lista con los elementos que jueguen en la narración, y que cada alumno puede traer de casa.

¿CUÁNDO?

El calendario de rodaje

El tiempo es el bien más preciado en un rodaje. Es muy importante que los alumnos entiendan que en el cine todo debe estar muy bien organizado y previsto.

En un cortometraje es normal encontrar espacios principales en los que los personajes pasan bastante tiempo. Por ejemplo, la casa de la protagonista o la oficina donde trabaja. Uno de los métodos de trabajo en el cine es que la casa y la oficina sean localizaciones cercanas, para que así no se pierda tiempo en los traslados del equipo de un lugar a otro. Y aquí aparece una figura fundamental: el ayudante de dirección, que es realmente la persona responsable del rodaje. Podríamos decir que, en el set, la directora sería la jefa «artística» del rodaje, y la ayudante de dirección sería la jefa «logística» del mismo. Mientras una decide qué toma es la buena, dirige a los actores y decide dónde se coloca la cámara, la otra tiene que organizar el tiempo que se le da a cada plano y decidir el orden en el que se rueda.

Hay dos grandes retos de la ayudantía de dirección a la hora de diseñar el calendario de rodaje:

Agrupar todas las secuencias que transcurren en un mismo espacio (por ejemplo, en la casa de la protagonista) para rodarlas consecutivamente. De esta manera conseguimos optimizar tiempo y dinero:

– Porque se evitan desplazamientos innecesarios del equipo.
– Porque el esfuerzo de los diferentes departamentos no tiene que repetirse varias veces. Por ejemplo, el equipo de arte no tendrá que decorar varias veces la casa, y el equipo de fotografía no tendrá que descargar el material de iluminación e iluminar varias veces la casa.

Agrupar las secuencias teniendo en cuenta el equipo artístico, es decir, el casting (actrices y actores) y la figuración de la película. A la complejidad de unir las localizaciones hay que sumar la dificultad de prever qué personajes participan en las secuencias e intentar que sus jornadas de rodaje se reduzcan a los mínimos e indispensables. En un rodaje profesional optimizaremos la contratación del equipo artístico, y en nuestro cortometraje, favoreceremos el orden y ganaremos tiempo, ya que no tendremos que estar caracterizando a los actores y a las actrices varias veces.

El equipo de dirección diseñará las órdenes de rodaje, en las que se especifica el orden de los planos, y de cuánto tiempo se dispone para cada uno. Además, deberemos tener en cuenta la climatología si tenemos exteriores (escenas que transcurran al aire libre) y también si tenemos escenas de noche que necesiten de una iluminación especial.

EN RESUMEN

Se podría resumir el proceso de preproducción en imaginar la película plano a plano y prever qué es lo que necesitamos para que esa «ilusión» sea posible y concreta

Hace unas semanas fallecía en París uno de los mayores genios del cine, Jean-Claude Carrière, quien fuera guionista de muchas de las más grandes películas europeas de las últimas décadas –Valmont (Milos Forman, 1989), Cyrano de Bergerac (Jean-Paul Rappeneau, 1990), Reencarnación (Jonathan Glazer, 2004), La cinta blanca (Michael Haneke, 2009), entre muchas otras. Carrière además formó una pareja creativa memorable con el genial Luis Buñuel, escribiendo seis de sus películas: Diario de una camarera (1964), Belle de jour (1967), El discreto encanto de la burguesía (1964), El fantasma de la libertad (1974), Ese oscuro objeto de deseo (1977) y La Vía Láctea (1969).

ACTIVIDADES

La hoja de desglose

A continuación incluimos la imagen de una hoja de desglose típica para que los alumnos puedan ver, de un vistazo, las necesidades de cada secuencia (puede verse a tamaño completo aquí). El procedimiento es muy fácil: con el guion a un lado y esta hoja en el otro, vamos repasando qué requiere cada departamento. Elijamos una secuencia, por ejemplo la número 1 de nuestro guion. En el primer recuadro encontraremos la descripción de la secuencia, incluido el porcentaje de páginas (por ejemplo, si ocupa la mitad de una página, indicaremos ½, y si ocupa 3 páginas, indicaremos 3).

En raccord o continuidad, indicaremos de qué secuencia venimos con la misma acción, y a qué secuencia nos dirigimos. Por ejemplo, si es un conjunto de secuencias que nos muestran la llegada de la protagonista a casa, desde que aparca el coche en el garaje, sube el ascensor y llega a casa. En cada una de estas secuencias, la protagonista llevará el mismo vestuario maquillaje, y la iluminación (día) será la misma.

En el recuadro inferior, iremos rellenando con las necesidades de cada departamento. En el apartado de vestuario, cada personaje tendrá asignado varios vestuarios dependiendo de los cambios que tenga. Por ejemplo, el vestuario 1 de la protagonista corresponde al día 1, y el vestuario 2 corresponde a los días 2 y 3 porque duerme con la misma ropa (por ejemplo).

Es un buen recurso para evaluar la capacidad de los alumnos de analizar un guion en términos de producción, y para que aprendan a concretar la parte literaria del documento en necesidades de rodaje.

El making of

Podemos encontrar diferentes vídeos en internet que nos muestran los rodajes de las películas, o making of. Es interesante mostrar estos vídeos y analizar el proceso de la preparación del rodaje: cómo buscaron las localizaciones, el proceso de casting, el diseño de vestuario o la construcción de los decorados.

El storyboard

Elaboración de un storyboard. Esta técnica es una manera bonita y gráfica de acercarnos a la idea que tienen los directores de la película. A través de los dibujos de cada plano, podemos ir visualizando qué es lo que aparecerá en cámara y qué se necesita en cada momento, y entender la estructura de la película. Hay diferentes programas gratuitos en internet para aprender a hacerlos, y tutoriales para encontrar referencias. También podemos aprovechar, si hay alumnos que dibujen bien, para que vayan interpretando lo que los directores se imaginan de cada plano. Así fomentamos el trabajo en equipo y la expresión oral para conseguir transmitir lo que imaginan en sus cabezas.

Romper el hielo

Lo más apasionante, pero también lo más complicado, es el trabajo de los actores en una película. La primera vez que nos ponemos delante de una cámara es un momento lleno de miedos, timidez y sorpresa. Proponemos varias actividades para «romper el hielo» y que los alumnos que decidan ser actores del cortometraje se sientan un poco más confiados.

    1. Hacer una primera lectura de guion neutra, sin mostrar ninguna emoción específica, e ir charlando sobre qué quiere cada personaje en cada secuencia. Poco a poco iremos encontrando qué queremos expresar en cada secuencia y nos quitaremos la presión de tener que «interpretar» perfectamente desde el principio. A este proceso se le llama «mesa italiana».
    2. Ya con la cámara grabando, proponer a cada actor acciones sencillas, como entrar al aula, sentarse al pupitre y sacar los libros de la mochila. Ir añadiendo en cada toma algo diferente, como añadir un saludo al profesor, o la reacción ante un examen sorpresa. De esta manera, nos iremos habituando a la presencia de la cámara, con directrices sencillas y acciones cotidianas. Los directores pedirán pequeños cambios a los actores. Por ejemplo: «entra en el aula con actitud triste, como si no quisieras entrar en clase, porque crees que has suspendido y cuando el profesor te de la nota de tu examen, descubres que has sacado un diez, te alegras y sonríes». Los directores tienen que aprender a dar una directriz clara y concreta. Evitar dar indicaciones contradictorias, como «entras en el aula triste, pero a la vez emocionado y luego sonríes, pero también estás nervioso». Siempre nos ayudamos con acciones para contar las cosas, y pedimos una emoción cada vez. Como profesores, tenemos que generar un clima de confianza entre los directores y los actores, que se entiendan, que se respeten y que siempre haya diálogo.
    3. Pedir a cada actor que escriba una pequeña anécdota como si fuera el personaje y contarla a cámara. Poco a poco, iremos pensando y «actuando» como el personaje.

 

Tanto el cine como el teatro son ficciones representadas. Y aunque en cada arte existen diferencias en lo que respecta al diseño de vestuario, en ambas el punto de partida del diseñador es el mismo: el personaje.

En el cine todo empieza con la palabra: un guion. A esto le sigue un encargo: un director o un productor hacen llegar ese texto a manos del diseñador de vestuario. Al estudiarlo, desgranarlo y desglosarlo, lo primero que tendrá que tener en cuenta es la época en que sucede la acción: pasado, presente o futuro.

El diseñador de vestuario debe tener muy en cuenta la época de la historia y las características del personaje. (©ECAM 2022 – Rigel Pomares)

Por ejemplo, si la historia transcurre en el siglo XIX o en la Antigüedad, y al diseñador se le ha encargado un trabajo de tipo realista, se sumergirá no solo en la época, sino en el año, la estación, el mes e incluso el día exacto en que suceden los acontecimientos. Estudiará al milímetro tanto la moda como la realidad social de los personajes. Y es que la moda de un contexto determinado no tiene por qué ser representativa de toda una época: por ejemplo, si el relato transcurre en un medio rural, los personajes no reflejarían toda la moda del momento.

Tomemos por ejemplo la película Tess (Roman Polanski, 1979). La protagonista vive, precisamente, en el campo. En este caso, resulta especialmente importante fijarse en el contexto exacto en que transcurren los hechos. En la segunda mitad del siglo XIX, no se vestía igual en España que en Polonia –aunque pudiera haber algunas similitudes, habrá muchos más detalles relacionados con cosas como el clima o las tradiciones, que marcarán una gran diferencia.

La fase de investigación y documentación es crucial para el realismo del vestuario. (©ECAM 2022 – Rigel Pomares)

En el personaje de Tess observaremos cuán diferente es su vestuario en la primera parte del filme –que transcurre en un medio rural– del que lucirá en la última parte. El cambio de lugar y de estilo de vida supone también un cambio radical en la vestimenta: si bien será una mujer que, por sus circunstancias, viste perfectamente a la moda del momento, esto no eliminará su oficio y posición social.

Jugando con una determinada paleta de color y una serie de complementos, desplegamos frente al espectador el realismo que requieran las situaciones de la historia. El caso de Tess es muy ilustrativo porque en esa historia la moda sirve para establecer distinciones sociales y económicas entre los personajes. Por otro lado, pensamos que en nuestro presente la última moda, la de «rabiosa actualidad», suele ser la misma o muy parecida en buena parte del planeta.

Ahora supongamos que el encargo que recibe nuestro diseñador de vestuario es para un relato realista que tiene lugar en el presente. De nuevo, el enfoque de partida será estudiar y desgranar la historia y sus personajes. Pero una diferencia sustancial es que el presente esta «grabado» en la retina (y el cerebro) del espectador. Este no necesita recrearse en la observación, sino que reconoce inmediatamente el realismo del vestuario de un personaje. Forma parte de su cotidianidad y de lo que los medios de comunicación le muestran constantemente, por lo que lo ha asimilado como algo propio y cercano.

En la vida real, el hábito no hace necesariamente al monje. Pero en la ficción, sí. El vestuario de un personaje resulta esencial para saber de quién hablamos –aunque el propio personaje pretenda confundir vistiéndose como lo que no es. Cuando recibe el encargo de vestir a un personaje, el diseñador se convierte en cómplice absoluto de la trama. Un ejemplo claro lo tenemos en la película La huella (Joseph L. Mankiewicz, 1972), en la que uno de los personajes principales se hace pasar por algo totalmente distinto. En ese y en otros muchos casos, el diseñador debe engañar al espectador igual que lo hace el personaje.

En el cine moderno que muestra la realidad cotidiana del espectador, abundan los cineastas que encargan a sus diseñadores un «falso realismo» que en realidad está sujeto a una estilización particular –sobre todo en lo que se refiere a la paleta cromática y al ensalzamiento de la forma–, mostrando personajes que no corresponden con la realidad. Los ejemplos son tan diversos que abarcan desde Alfred Hitchcock hasta Pedro Almodóvar.

Los bocetos permiten que el diseñador juegue con la paleta de color y los complementos. (©ECAM 2022 – Rigel Pomares)

En definitiva: los diseñadores de vestuario siempre están sometidos al encargo y siempre operan en los mismos parámetros: estudiar el texto, analizar a los personajes hasta su médula para obtener la máxima expresividad a la hora de vestirlos, y también tener muy en cuenta a los actores o actrices que van a representarlos. En relación con esto último, es importante estudiar la morfología de la persona –tanto para potenciarla en favor del personaje como para entrar en el juego de la caracterización e incluso la transformación.

El diseñador debe investigar y documentarse, y plasmar el resultado de todo ese trabajo en bocetos que, a su vez, darán paso a una búsqueda de materiales. Una vez estos pasen por las manos de profesionales en los talleres de confección, se convertirán en la segunda piel del actor o actriz y darán vida a su personaje.

Un mismo personaje puede requerir diversos modelos en función del momento de la historia. (©ECAM 2022 – Rigel Pomares)

Hemos empezado hablando de tres tipos de época: pasado, presente y futuro. Dejando a un lado el vestuario de fantasía (que daría para otro artículo), nos faltaría por abordar el futuro, en el que transcurren los guiones ambientados en situaciones o mundos que podrían estar por venir. En este caso la imaginación del diseñador juega un papel esencial, aunque siga teniendo muy en cuenta el cómo, el dónde y el cuándo. Es decir: ¿Cómo son los personajes? ¿Donde se les ubica? ¿Cuándo tiene lugar la historia?

En última instancia, el diseñador de vestuario es un creador de sueños y pesadillas, de belleza y de feísmo, de verdad y de mentira. Un partícipe fundamental de todo aquello que el cine ofrece al espectador: emoción, reflexión, entretenimiento y aprendizaje.

Bibliografía recomendada

Vestir al personaje. Vestuario escénico: de la historia a la ficción dramática, de Diana Fernández y Derubín Jácome (Ediciones Cumbres, 2018).

Un repaso ilustrado –e ilustrativo– por la evolución histórica del vestuario dramático (teatral), operístico y cinematográfico, en el que además se incluyen gráficos, cuadros sinópticos, esquemas, dibujos y fotografías.

ACTIVIDADES

1. Trabajar con un guion preexistente. En la web de la Academia de Cine hay muchos disponibles. A partir de su lectura, imagina la desnudez (metafórica) de los personajes y ve vistiéndolos, detalle a detalle, de la forma que te parezca más adecuada según las indicaciones del guion.

Observa hay alguna especificación de vestuario descrita en las acotaciones del guionista. Si no la hay, ¿cómo te imaginas a los personajes que se mencionan? Anótalo aunque solo sea con una o dos frases descriptivas.

Por último, puedes visionar la película del guion trabajado y reflexionar sobre las diferencias entre tus decisiones de vestuario y las que se tomaron en la película.

2. (Re)diseñar el vestuario de un personaje. Puedes hacerlo sobre un personaje de cine preexistente, sobre una figura literaria, o sobre un personaje de tu invención. Tienes varias formas de llevarlo a cabo:

  • Vistiendo de verdad a una amistad o un familiar que se preste de modelo (si tu «armario» te lo permite).
  • Dibujando libremente sobre una figura humana dibujada o impresa en papel.
  • Usando la técnica del collage (recortar y pegar imágenes) sobre una figura humana dibujada o impresa.
  • Buscando aplicaciones o software de diseño de vestuario.

Como diseñador de vestuario, tu primer deber es encontrar el tipo de cosas que tu personaje podría tener puesto. Utiliza Internet, revistas de moda, catálogos de ropa o la biblioteca para investigar.

A continuación comienza a dibujar tu diseño en sobre un modelo. Usa lápiz para poder borrar cualquier error que cometas. Da rienda suelta a tu imaginación: podrías incluir un traje principal, un sombrero, tocado o peinado, accesorios como una varita, joyas o un bolso y calzado, etc.

Cuando tengas tu esquema de diseño, piensa en los colores o materiales que deseas utilizar. Y por último, colorea tu vestuario (o haz un collage de su diseño).

Un consejo: es posible que quieras imprimir más copias impresas del modelo para producir un conjunto de diseños para tu personaje, dependiendo de la ocasión, hora del día o actividad en la que están participando. Por ejemplo: ¡un superhéroe necesita al menos dos disfraces!

 

El cine es un medio artístico maravilloso para inculcar valores a los más jóvenes, para fomentar el trabajo en equipo, para disparar su imaginación y dar rienda suelta a su creatividad. Además, los medios audiovisuales cada vez tienen más presencia en nuestra vida cotidiana. Pero muchas veces, al intentar poner en marcha un proyecto de cortometraje como una actividad escolar articulada y con un propósito educativo, nos quedamos bloqueados. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo se hace una película?

Hace unas semanas fallecía en París uno de los mayores genios del cine, Jean-Claude Carrière, quien fuera guionista de muchas de las más grandes películas europeas de las últimas décadas –Valmont (Milos Forman, 1989), Cyrano de Bergerac (Jean-Paul Rappeneau, 1990), Reencarnación (Jonathan Glazer, 2004), La cinta blanca (Michael Haneke, 2009), entre muchas otras. Carrière además formó una pareja creativa memorable con el genial Luis Buñuel, escribiendo seis de sus películas: Diario de una camarera (1964), Belle de jour (1967), El discreto encanto de la burguesía (1964), El fantasma de la libertad (1974), Ese oscuro objeto de deseo (1977) y La Vía Láctea (1969).

El gran guionista francés Jean-Claude Carrière, fallecido el pasado 8 de febrero (Studio Harcourt / CC BY 3.0)

Carrière recordaba en su libro sobre el guion La película que no se ve (1994) cómo recibió la primera lección fundamental cuando quiso empezar a hacer cine. El consejo vino de la mano de maestro Jacques Tati, director de películas como Las vacaciones del señorHulot (1953) o Mi tío (1958), que entrevistó en su productora a un joven Carrière. Lo primero que le preguntó fue: «¿Cuánto sabe usted de cine?». Un nervioso y balbuceante Carrière le contestó que era lo que más le gustaba en el mundo, que iba tres días a la semana a la Cinemateca…

Tati lo interrumpió con un gesto de la mano y reformuló la pregunta: «Me refiero a cuánto sabe usted sobre cómo se hace una película». Carrière le contestó que casi nada. Tati llamó inmediatamente a Suzanne Baron, la montadora de su película (la persona que edita y une los planos rodados para dar sentido y coherencia al filme) y le pidió que le enseñara al joven aspirante a guionista cómo se hace el cine. Carrière reflexiona sobre aquella tarde y confirma: para hacer cine hay que saber primero cómo se hace, hay que ponerse en contacto con la técnica. Baron le enseñó cómo se creaba la película en la sala de montaje y le dio la segunda lección del día: le mostró el guion de la película que estaba editando y le dijo que «el problema está en pasar de esto (el guion) a esto (señalando la bobina de la película ya rodada)».Carrière afirma que esa transformación es una operación alquímica en la que el papel se convierte en película.

Jacques Tati, el genial director de películas como Día de fiesta (1949) (IISG / CC BY-SA 2.0)

Así que ya tenemos un punto de partida: convertir el guion que queremos rodar en la película que nos imaginamos, aprendiendo un nuevo idioma, el de las imágenes y los sonidos. ¡Manos a la obra!

Fundamentos del lenguaje y narrativa audiovisual

Lo primero que debemos tener en cuenta es la materia prima del cine: las imágenes y el sonido. Así como el pintor tendrá las pinturas y su pincel, y el escritor el lápiz y el papel, el cineasta tiene que pensar en la cámara y en el micrófono para crear su obra, seleccionar a través del objetivo la realidad que quiere mostrar: es decir, elegir el plano. Como ya decíamos en anteriores artículos, podemos decidir el punto de vista que elegimos para contemplar una escultura, acercarnos o alejarnos, contemplarla desde abajo o desde arriba. Sin embargo, una pintura como Las Meninas, Velázquez, nos propone ya un punto de vista: el del pintor que mira a sus retratados desde el caballete. Con la cámara hacemos una propuesta similar: tenemos que ser conscientes a la hora de hacer cine que la cámara serán los ojos, el punto de vista del espectador. Siguiendo esa máxima,cuando acerquemos la cámara a algún objeto, será como si arrastráramos al espectador a que mire de cerca ese objeto, y cuando cambiemos de posición de cámara, será como si le hiciéramos saltar de un lado a otro.

A la hora de plantear un trabajo cinematográfico para el aula, tenemos que transmitir esa idea al alumnado: la cámara son los ojos del espectador, y el sonido, sus oídos. Ellos tendrán que adaptarse a esa manera de narrar, de imaginar en imágenes, y de ir seleccionando qué quieren mostrar en la pantalla. Como decía Carrière, hacer una película es introducir orden en el desorden: escoger sonidos, acciones y palabras. Eliminar gran parte de lo previamente seleccionado para realzar y reforzar el material escogido.

Para saber cómo se hace el cine no queda otra que hacerlo (Dougnamy1 / CC BY-SA 2.0)

Deberemos tener en cuenta cuatro características básicas a la hora de definir qué mostrar con la cámara:

–La altura de la cámara con respecto al objeto/personaje retratado.
–La distancia de la cámara con respecto al objeto/personaje retratado.
–La angulación de la cámara con respecto al objeto/personaje retratado.
–El movimiento de cámara dentro del espacio de la escena.

Todas estas decisiones las debe tomar el director o directora de la película. Puede ser un trabajo colectivo en el aula y decidirse conjuntamente la altura, la distancia y el movimiento de la cámara, pero siempre debe dar sentido a lo que se quiera transmitir.

Ya pensamos en imágenes a través de la cámara. ¿Y ahora qué?

Toca pensar en cómo vamos a usar esos elementos. ¿Queremos que la acción que vamos a representar suceda sin interrupciones, en un solo plano? Entonces estamos eligiendo mostrar la acción en un plano secuencia. ¿Queremos mostrar diferentes planos de la situación? Haremos una secuencia fragmentada. Como aprendices de cineasta, nos inspiraremos en nuestras vivencias, en cómo experimentamos la realidad, aunque no siempre sea suficiente. Como bien apunta Jean-Claude Carrière, «el cine viola la realidadpor lo menos, lo que percibimos de ella para reconstruirla de otra manera, limitando la imagen a un marco determinado, seleccionando lo real, las voces, las emociones y a veces las ideas».

También se añade la música, algo que no es responsabilidad del departamento de sonido. Puede ser una composición original hecha especialmente para la película o bien música preexistente –como la llamada «música de librería» o preelaborada. Es habitual que la música vaya llegando, al menos en forma de maquetas, durante la fase de edición de sonido e incluso durante el montaje de imagen. Para el departamento de sonido es muy importante valorar la interacción de la música con el resto de elementos sonoros.

En esta última fase, el director y el departamento de sonido se preguntan sobre el volumen y el valor que deben tener los distintos elementos sonoros, siempre pensando en la relación con la imagen y en la historia que se quiere contar. De esa mezcla depende que toda esta construcción artificial que es el sonido de una película resulte verosímil para el espectador. Lo irónico es que, si lo logran, el resultado será invisible para el público.

Es fundamental tener en cuenta la altura, la distancia, la angulación y el movimiento de la cámara (Chris Schuepp / CC BY 2.0)

En nuestro artículo del mes de julio hablábamos sobre el Modo de Representación Institucional (MRI): el método que encontraron los pioneros del cine para transmitir una sensación de realidad al espectador y que la narración cinematográfica transcurra fluida. Nosotros podemos generar esa fluidez a través de unas cuantas reglas fundamentales:

Racord: posiblemente, el término más utilizado por los cineastas a la hora de plantear la fluidez en sus películas. El racord preserva la continuidad, tanto visual, sonora y dramática, y permite que no haya interrupciones (saltos e incoherencias) en la comprensión del film. Esta regla se aplica a todos los departamentos que participan en la creación de la película: desde el guionista hasta el equipo de maquillaje, de fotografía o de montaje. En el apartado de actividades proponemos un ejercicio para practicar y acostumbrarnos a la continuidad fílmica.

Regla de los ejes: esta es quizás una de las reglas más complicadas de entender, pero más necesarias también. Es básica para ubicar al espectador y entender la relación espacial entre los personajes de la escena. En la guía didáctica de Fernando Franco para la ECAM, se define la regla de los ejes de la siguiente manera: «Entre dos personajes mirándose enfrentados se crea una línea imaginaria o eje de tal manera que, si rodamos los respectivos planos de ambos desde el mismo lado del eje, dará la sensación de que se miran entre ellos. Sin embargo, si los rodamos desde diferentes lados del eje, dará la sensación de que ambos miran en la misma dirección en lugar de que se miran entre ellos, pudiendo generar confusión espacial en la audiencia».

Casi todos los departamentos de un rodaje están implicados en el mantenimiento del racord o continuidad (Unitec PASA / CC BY-SA 4.0)

Como podemos observar en la imagen, para no saltarnos el eje, podremos situar la cámara en cualquier posición, pero siempre dentro del mismo eje. En algún caso, se puede traspasar ese eje como un recurso expresivo, pero hay que saber hacerlo para no confundir al espectador:

Regla de la relación entre tamaño y duración: cuanto más grande es un plano, más debe durar para que el espectador pueda leer bien todo lo que ocurre en él. Los principales tamaños de plano son, de mayor a menor:

– Plano general: nos muestra al personaje de la cabeza a los pies, en relación con el entorno que lo rodea.
– Plano americano: el personaje es retratado de la cabeza hasta la cadera.
– Plano medio: el personaje es retratado de la cabeza hasta la cintura.
– Primer plano: se retrata el rostro del personaje.
– Plano detalle: se encuadra un objeto o parte del cuerpo del personaje.

 

Después de aprender estas reglas básicas sobre planificación, tratemos un poco la tercera escritura de la película. Como recordaba Carrière, su primer contacto con el mundo del cine fue en la sala de montaje, en la moviola (la máquina que antiguamente se utilizaba para visionar la película de 35 milímetros). Allí entendió el proceso de unir los planos del rodaje, eligiendo las mejores tomas (las repeticiones que se hacen de cada plano para después montar solo la que más se ajuste a la idea que tiene el director) para dar sentido a lo que se había rodado (siguiendo además las reglas antes mencionadas). También entendió cómo el montaje podía darle un ritmo y una estructura a los planos. Por ritmo entendemos la velocidad a la que son percibidas las imágenes, y por estructura, el orden en el que vamos a colocar los planos. A lo mejor durante el rodaje pensamos que una estructura tiene más lógica, y cuando llegamos al proceso de montaje descubrimos que hay otro orden mejor. Antes de rodar ya debemos tener en cuenta esta última etapa y tratar de imaginarnos cada escena, para no llevarnos sorpresas desagradables y que luego nos falten planos necesarios para la comprensión de la película.

En otro de los pasajes de su libro, Carrière describía su trabajo con Luis Buñuel, y su recuerdo nos puede servir como inspiración para trabajar con nuestros alumnos:

«Cuando trabajaba con Buñuel, este me pedía a menudo que le dibujara las escenas del filme que estábamos escribiendo, y yo solía hacerlo por las noches, en la soledad de mi habitación. A la mañana siguiente, antes de mostrarle mis dibujos, procedíamos a una rápida verificación. Yo le preguntaba a Luis, por ejemplo:

– En la escena de los paracaidistas, ¿dónde está la puerta?
Y él me respondía:
– A la izquierda.
– ¿Y la dueña de la casa?
– A la derecha, cerca del sofá.

Y así sucesivamente, casi siempre sin errores. Lo constatábamos centenares de veces. Aunque estábamos sentados cara a cara –su derecha era mi izquierda y viceversa–, teníamos la misma visión de la disposición general del decorado, del lugar y de los personajes. A medida que avanzaba nuestro diálogo, nuestras improvisaciones, una especie de forma interior iba instalándose en nosotros, como un inquilino secreto, una forma finalmente más fuerte que la disposición geográfica de la habitación de hotel en la que trabajábamos. Habíamos entrado en la película».

Ahora ya tenemos una idea general de lo que es hacer una película y por dónde comenzar a imaginarla. Cerrando con las palabras de nuestro admirado Jean Claude Carrière: «Nuestra misión consiste en transmitir ciertas emociones. Siguiendo una vieja tradición, somos los narradores de hoy en día, con los medios de hoy en día».

Actividades

1.Propuesta para ejercitarnos en el racord

Como hemos visto, el racord permite que, a pesar de que los planos que forman una secuencia estén rodados en diferentes momentos, la narración cinematográfica siga su curso y no genere confusiones en el espectador.

Proponemos un ejemplo para trabajar con el alumnado, que se puede repetir con escenas inventadas por vosotros o guiones de terceros.

Una escena de diálogo entre dos personajes, al atardecer, en una cafetería… La chica bebe una Fanta de naranja, el chico come un bocadillo. La secuencia trata sobre un encuentro entre los personajes, hasta que ella le echa la bebida por encima al chico. Con estos datos, podemos ir practicando con los alumnos qué racord debería tener controlado cada departamento del rodaje.

– Dirección: el racord emocional de los actores. Si la escena comienza con una charla tranquila entre los personajes y termina con una pelea, el equipo de dirección tiene que prever esa evolución. ¿Por qué? Porque si se rueda un plano del principio y, a continuación, por cuestiones de producción, un plano del final, el director y los actores tienen que controlar en qué estado emocional están los personajes en cada momento (en el plano del final los actores tendrán que estar más alterados, después de la pelea). Si no, el espectador no entenderá la evolución de los personajes.

– Fotografía: la luz de atardecer tiene que ser la misma durante toda la escena. Si de repente, uno de los planos tiene luz de noche, y el resto luz de tarde, el espectador no entenderá qué está ocurriendo, y perderá la noción temporal de la película.

– Arte: tienen que controlar las bebidas de cada personaje. Importante: cuando la chica le tira la bebida al chico, el vaso se vaciará. Si la secuencia continúa, ese vaso tendrá que aparecer vacío (si el plano final se rueda al principio del día).

– Maquillaje y Peluquería: al principio de la secuencia, el chico aparecerá seco y limpio. Pero en un momento clave, la chica le tira la bebida, mojando su ropa. Obviamente, si el rodaje comienza por el final, el pelo del chico tendrá que estar mojado por la bebida, y habrá que secarlo rápidamente si a continuación se rueda una parte del principio.

– Vestuario : al igual que el departamento de maquillaje y peluquería, la ropa del personaje del chico se verá afectado por la bebida que ella le tira.

2.Buscar rupturas de continuidad

Un ejercicio divertido para proponer a los alumnos es que durante el curso, se fijen en fallos de racord de películas o series que ellos vean. En Internet hay multitud de ejemplos; es una actividad divertida y que les entrenaen la narración cinematográfica.

3. Practicar el montaje

Un buen ejercicio para pensar en imágenes es imprimir fotogramas de alguna escena de película y realizar dos ejercicios:

– Ordenar los fotogramas de diferentes maneras según lo que queramos contar.
– Imaginar cómo se movería la cámara si realizáramos un plano secuencia.

El cine es el arte más cercano a la representación de la vida tal y como la percibimos. Cuando hacemos una película, ya desde el guion y luego en el rodaje y montaje, estamos manipulando la realidad. Es así como la traducimos a imágenes y sonidos. El cine directo nace en EEUU en los años 60 y viene a proponernos una nueva forma de acercarnos al cine documental y a la vida, minimizando nuestra intervención como cineastas. Es decir, poniendo la cámara en un lugar y captando la realidad tal y como se nos presenta. Eso no significa que en todas las películas (incluso en la más puramente documental) no tengamos que tener, al menos, un plan de abordaje, pues el cine es un arte narrativo. Esto es, en esencia, lo que lo diferencia de la vida.

La búsqueda de un objetivo es el motor de la narración (mohamed_hassan / Pixabay)

Imaginemos que queremos hacer una película sobre un chico o una chica que, por primera vez, se marcha de casa para ir a la universidad. ¿Cómo podemos abordar nuestra historia? De muy distintas formas, pero en la que aquí nos centramos partiría de la observación directa de la vida. Trataríamos de seguir a ese personaje allá donde vaya, como si fuéramos invisibles, observando cómo es en la realidad este proceso de cambio para una persona, cómo crece y madura delante de nuestra cámara o cómo se pierde por la ciudad, sin que nosotros hagamos nada por cambiar su cotidianidad.

Con el cine directo surgieron películas que destacaban por la participación activa tanto de los personajes protagonistas como del público. El cineasta se propone mirar a sus personajes no desde arriba, como un Dios creador, sino de frente, cediéndoles, en parte, el control de la película. Es un cine que, en su mayoría, se interesa por los aspectos sociales de la vida, y que se propone ser un mero observador de lo que pasa en el mundo, dejando que los demás hablen.

Pero ¿es eso posible? Como decíamos, cuando colocamos una cámara frente a la realidad, es muy difícil que no haya ningún tipo de manipulación en lo que filmamos, pues a través del encuadre (dónde decidimos poner la cámara y qué imágenes y sonidos decidimos captar), del montaje y de otros procesos, estamos eligiendo mostrar algo y ocultar, irremediablemente, todo lo demás. Además, no es posible hacer nuestra cámara invisible.

Con el cinéma vérité, una corriente paralela al cine directo que surge en Europa, vamos a encontrar una posible respuesta a la pregunta de si es viable captar la realidad sin alterarla: no lo es, pero no importa. Hagamos evidente nuestra presencia como cineastas. Para que nos quede claro, vamos a usar el ejemplo de “la mosca”: el cine directopropone filmar una mosca en la pared, sin molestarla; el cinéma vérité, nos propone agarrar esa mosca y provocarla, porque considera que de esa provocación podemos observar otros aspectos de su comportamiento que son igualmente verdaderos y que nos muestran también su realidad. Es decir, el cineasta del cinéma vérité interviene en la película, dialoga con los protagonistas, convirtiéndose en un personaje más de la misma.

El desencanto:cómo construir una película a través del diálogo

Con El desencanto (Jaime Chávarri, 1976), una de las grandes obras del cine español, os quiero proponer, valiéndonos de su ejemplo, un acercamiento a la película que nos permita entender qué proceso sigue el cineasta para poder acercarse de esta forma a la realidad de una familia como la de los Panero.

Al principio de la película se nos presenta a dicha familia, compuesta por una madre y tres hijos. El padre, ausente en la fotografía, aparecerá poco después como una figura humana envuelta en plástico. El cineasta presenta a las personas con las que va a iniciar un diálogo, aunque este diálogo no lo veamos en la película. A través de la conversación, tanto con el cineasta como entre los personajes y la cámara, se va construyendo el retrato familiar.

En este tipo de películas podemos tener la sensación de estar asistiendo a la intimidad de un personaje o unos personajes que se nos presentan tan cual son en su vida cotidiana. Si comparamos a uno de ellos con otro que aparezca en una película con forma más clásica, observaremos grandes diferencias. ¿Por qué nos parece que ambos personajes hablan distinto, se mueven distinto, incluso en sus gestos más básicos? La respuesta está en lo que podríamos llamar “la verdad”: estas personas están siendo tal y como son. Teniendo en cuenta, evidentemente, que están delante una cámara.

La parte más técnica

El primer paso del proceso de postproducción es la edición de diálogos, en la que el departamento de sonido supervisa cada una de las grabaciones realizadas durante la fase de producción. Una vez recibido el montaje final de imagen, hay que dar coherencia al sonido para que parezca que existe una continuidad real entre todas las piezas del texto. El editor de diálogos es el encargado de revisar todas las tomas alternativas en busca de las mejores articulaciones vocales, los pasajes más silenciosos, las respiraciones más sutiles y los menores ruidos. A continuación, procede a reemplazar el sonido de aquellos planos o fragmentos que tengan problemas técnicos o de inteligibilidad. El objetivo es eliminar cualquier rastro del proceso de producción.

También se eliminan muchos de los ruidos no deseados, usando herramientas informáticas que permiten «limpiar» el sonido directo sin tener que sustituir las tomas. Se puede suprimir, por ejemplo, el ruido de la maquinaria del rodaje (grúas, cámaras, trípodes, zumbidos del cableado, iluminación) y del personal que está trabajando durante la grabación. Otra finalidad de la edición de diálogos es mostrar al actor en su mejor versión, eliminando cualquier ruido bucal indeseado y realzando la entonación y la pronunciación al máximo.

Cuando el sonido obtenido durante la producción resulta inservible, se debe proceder a realizar los doblajes necesarios. Este proceso es distinto al doblaje a otros idiomas utilizado en la distribución internacional: aquí estamos hablando de ADR o automated Dialogue Replacement (en castellano, «sustitución automática del diálogo»). Este proceso consiste en volver a grabar los diálogos de los actores en un estudio para sustituir tomas con problemas técnicos o para mejorar una interpretación concreta. Lo habitual es que la versión original de una película contenga entre un 20% y un 30% del metraje doblado.

En el material grabado en rodaje no solo hay diáogos, sino que también se recogen sonidos útiles que no tiene que ver con la voz –como pasos, vehículos en movimiento, puertas o acciones de personajes. Pero dado que la atención durante la grabación se dirige a obtener los diálogos más limpios posibles, muchos de estos elementos llegan mudos a la sala de montaje o no tienen las cualidades técnicas o expresivas necesarias. Es en la fase de postproducción donde se añadirán todos los efectos que completan la banda sonora de la película.

Durante la edición de sonido se graban y se crean la mayor parte de los sonidos de la película. Por un lado, los ambientes: las atmósferas y fondos más continuos que describen las características de un espacio y cubren normalmente la duración de toda la secuencia. Estos pueden registrarse durante el rodaje, grabarse específicamente durante la fase de edición de sonido o proceder de librerías de efectos (bancos de sonidos indexados y accesibles desde una base de datos). Formarían parte de esta categoría sonidos como el viento, el mar, la plaza de una ciudad, el rumor del tráfico, etc.

Por otro lado, los efectos de sonido, término que engloba a los elementos puntuales que suenan en un momento específico de la acción: un coche que pasa, una puerta que se abre, el canto de un pájaro, un perro que ladra, etc. A diferencia de los ambientes, la manipulación individual de estos sonidos permite una libertad creativa muy amplia, pudiendo elegir exactamente en qué momento suenan, cómo interaccionan con el resto de elementos, con qué ritmo aparecen, etc.

En el trabajo de edición de ambientes y efectos es muy habitual superponer más de un sonido, incluso de diversas procedencias, añadiendo varias capas con el objetivo de crear nuevos efectos únicos a partir de esa combinación. Y en muchas ocasiones, es necesario diseñar sonidos originales de objetos o criaturas que no existen en la realidad –como armas láser, seres mágicos, dinosaurios o catástrofes naturales imposibles de grabar.

El arte del foley

Algunos efectos, como los pasos de los personajes, se suelen realizar a medida para cada escena. La frecuencia y velocidad con la que una persona produce estos sonidos en tiempo real vuelve muy complicada la edición que debería llevar a cabo un técnico para sincronizar cada uno de los archivos de audio «de librería» en una escena cualquiera. Por otro lado, los resultados suelen ser menos reales cuando se utiliza una librería de efectos genéricos.

La persona encargada de pensar cómo recrear todos esos sonidos, de elegir los materiales para ello y de interpretar en sincronía con la imagen, se conoce como foley artist («artista de foley»). Un artista de foley es similar a un músico, pero en vez de tocar instrumentos, se encarga de manipular objetos y su propio cuerpo para recrear sonidos en un estudio de grabación, produciendo así los denominados «efectos sala». El término foley proviene del apellido del pionero en la creación de muchos de estos efectos, así como de las técnicas para la realización de los mismos: Jack Foley (1891-1697).

Los efectos sala pueden comprender desde el sonido más simple y cotidiano hasta otros muy complejos que deben dar vida a objetos que no existen en la vida real. En el cine se recrean por completo los pasos de los personajes, la ropa, los objetos que se manipulan, las puertas o los movimientos de los animales, etc. Además de superar la dificultad que entraña grabar estos sonidos durante el rodaje, el foley permite dar más vida y nuevas cualidades a los objetos y la acciones. En muchas ocasiones se utilizan trucos y materiales que no son exactamente los que aparecen en pantalla, pero que tienen un sonido que concuerda perfectamente con el elemento que está en imagen. En este vídeo pueden verse varios ejemplos de ello.

Mezclar todas las partes

La última etapa del trabajo de sonido es la mezcla, en la que se ajustan todas las capas sonoras que hay en una película. Se trata de combinar todos los elementos que se han ido generando durante el proceso de edición, para poder crear un verdadero universo sonoro que cumpla con las necesidades de la película. Es un proceso complejo, si tenemos en cuenta que las películas pueden tener desde un mínimo de 200 pistas de sonido hasta más de 1000 en el caso de las obras más elaboradas.

Vancouver Film School/ CC BY 2.0)

También se añade la música, algo que no es responsabilidad del departamento de sonido. Puede ser una composición original hecha especialmente para la película o bien música preexistente –como la llamada «música de librería» o preelaborada. Es habitual que la música vaya llegando, al menos en forma de maquetas, durante la fase de edición de sonido e incluso durante el montaje de imagen. Para el departamento de sonido es muy importante valorar la interacción de la música con el resto de elementos sonoros.

En esta última fase, el director y el departamento de sonido se preguntan sobre el volumen y el valor que deben tener los distintos elementos sonoros, siempre pensando en la relación con la imagen y en la historia que se quiere contar. De esa mezcla depende que toda esta construcción artificial que es el sonido de una película resulte verosímil para el espectador. Lo irónico es que, si lo logran, el resultado será invisible para el público.

ACTIVIDADES

1. Practicar el arte del foley

Elegir una secuencia de una película que tenga personajes en movimiento y en la que se manipulen objetos. Invitar a los alumnos a convertirse en artistas de foley y tratar de ejecutar en tiempo real esas acciones. No es necesario grabar el sonido, la actividad puede realizarse en tiempo real en el propio aula y por turnos, con el resto de los alumnos como espectadores.

Como preparación de la actividad es interesante visionar previamente la secuencia y decidir qué objetos y materiales van a ser necesarios para ejecutar los sonidos. Es probable que algunos materiales del aula sirvan para el cometido. No hay que pensar de manera realista: los objetos más insospechados pueden servir para dotar de sonido a cosas totalmente distintas en la pantalla. Por ello, hay que abordar la actividad de forma creativa. Para inspirarse se puede pueden ver estos divertidos ejemplos.

2. Escuchar el cine

Visionar un fragmento de una película y tratar de desgranar qué elementos sonoros participan en la misma. Después de un primer visionado, es interesante llevar a cabo otro solamente con sonido –es decir, apagando la imagen, si es posible, o invitando a los alumnos a cerrar los ojos. De esta forma descubrirán muchas más cosas en el sonido que cuando lo reciben en relación con la imagen. El poder de la imagen sobre nuestra percepción es tan dominante, que hace que el sonido opere de forma menos consciente. Por eso es interesante invitarles a centrarse sólo en el sonido.

Y para finalizar la actividad, revisar una tercera vez la misma secuencia, pero en esta ocasión completamente muda. Así podrán confirmar las aportaciones del sonido.

¿Qué es el montaje?

Esta es la primera pregunta que hago a mis alumnas y alumnos la primera vez que se enfrentan a una clase de edición. Las respuestas son de lo más curiosas y variopintas, pero las que son más comunes son las que llevan las palabras «juntar», «pegar», «arreglar» e incluso «quitar».

Sí, el montaje es todo eso, pero hay más. Mucho más. Montar es dirigir, y montar es escribir (o mejor dicho, reescribir). Es la tercera y última escritura de la película. La última opción de cambiar algo en ella antes de proyectarla en el cine. En consecuencia, el montador es el primer espectador de la película. Pero ya llegaremos a todo esto después.

Para todo aquel que no esté familiarizado con el montaje, la manera más sencilla de ejemplificarlo es deteniéndose en el conocido como «efecto Kuleshov». Entre otras cosas, porque para comprobarlo solo necesitamos cuatro planos:

Plano 1: Un hombre con expresión neutra.
Plano 2: Un plato de comida.
Plano 3: Una mujer desnuda.
Plano 4: Un hombre ahorcado.

Mikelochoteco / CC BY-SA 3.0

Tal y como puede apreciarse, si alternamos el plano 1 con cada uno de los otros tres planos, la sensación que nos produce cada una de las combinaciones es totalmente distinta. Aunque el plano de partida es el mismo, su sentido depende de la imagen que le precede y/o de la posterior, provocando una u otra asociación. En la primera combinación nos parece que el rostro del hombre expresa hambre, en la segunda, deseo, y en la tercera, miedo o aprensión.

Ahora pensemos que, en lugar de tener un plano medio de la mujer desnuda, tuviésemos uno más cerrado en sus pechos. La percepción que tendríamos de que el hombre está poseído por un fuerte deseo carnal se potenciaría. Es decir, no sólo importa lo que vemos o lo que ocurre en cada plano, sino también el ‘valor de plano’ o tamaño de cada uno de ellos. ¿Qué pasaría si en lugar de ver un plano detalle del pecho viésemos uno de los ojos lagrimosos de la mujer?

Sigamos pensando en otras posibilidades. Supongamos, como en la ya clásica demostración del efecto Kuleshov que hizo el director Alfred Hitchcock, que las siguientes dos secuencias van seguidas en una película:

Secuencia 1: Un hombre mira a una mujer jugando con su bebé en la hierba, y sonríe.

Secuencia 2: Al día siguiente, el mismo hombre ve a la misma mujer, pero ahora ella está sola y tomando el sol en bikini. El hombre sonríe.

 

Quizá, como espectadora, yo pensaría que el hombre se alegra por ella, o que la conoce de antes, o que está enamorado. Pero ¿y si veo primero la secuencia de la mujer en bikini y después la del bebé? ¿Qué pensaría?

Como vemos, ya no solo importa el contenido del plano, el plano que le sigue y el ‘valor’ (tamaño) de cada uno de ellos. También importa el orden en que vemos los planos (la estructura del montaje), así como su duración y su frecuencia:

1. ORDEN

Aquí encontramos tres grandes tipos de montaje:

–El montaje lineal es aquel que transcurre siguiendo el orden cronológico de los acontecimientos. Por motivos evidentes, es el más empleado en la narración cinematográfica.

–El montaje desordenado es el que implica flashbacks (saltos al pasado) o flashforwards (saltos al futuro).

–El montaje en paralelo es aquel en el que dos o más secuencias suceden a la vez ante la vista del espectador (lo cual no quita que algunas de las secuencias sean flashbacks o flashforwards). En ocasiones, el montaje en paralelo se muestra con pantalla partida.

Ejemplo de montaje desordenado (flashback) en El olivo (Icíar Bollaín, 2016)

2. DURACIÓN

Según este criterio, podemos clasificar el montaje en: dilatado, reducido o en tiempo real.

Hay dos formas de dilatar el tiempo en el montaje:

Alargando la duración de los planos e incluyendo un mayor número de ellos. Un ejemplo sería la cuenta atrás de una bomba: cada plano que muestra el cronómetro y los segundos bajando puede montarse intercalando imágenes de unos ojos nerviosos con otros de cables de distintos colores. Estos planos duran más de un segundo; sin embargo, cuando volvemos al plano del reloj, este solo vuelve a bajar un segundo.

Usando planos a cámara lenta. Aunque el plano sea de corta duración, la cámara lenta nos da una sensación de tiempo dilatado.

Ejemplo de montaje en paralelo (con pantalla partida) (LaCima Producciones) en El año del descubrimiento (Luis López Carrasco, 2020)

Por otro lado, hay tres formas de reducir el tiempo en el montaje:

–Mediante las elipsis. La elipsis es la omisión de un momento del metraje. Por ejemplo: nuestro protagonista se pone el abrigo y coge las llaves de casa, y en la siguiente secuencia está en su puesto de trabajo. Hemos suprimido cómo cierra la puerta, como baja las escaleras, todo el trayecto hasta la oficina… porque no necesitábamos verlo.

–Mediante una secuencia de montaje. Consiste en un conjunto de elipsis seguidas, normalmente acompañadas de música. Tiene lo que podríamos denominar «efecto videoclip»: es una manera muy visual de ver el largo paso del tiempo.

–Mediante el acelerado de imágenes. Es decir, usando planos a cámara rápida. Los planos no sólo durarán menos, sino que además la sensación generada el espectador es de mayor velocidad.

Ejemplo de elipsis en Blancanieves (Pablo Berger, 2012

Y también tenemos el montaje en tiempo real. En él, ni se dilata se reduce el tiempo de las imágenes con respecto a la acción. Para ello usamos el plano secuencia: aquel en el que no hay corte de montaje en ningún momento, desde que empieza la secuencia hasta que termina (sucede todo en un mismo plano).

Ejemplo de plano secuencia en Plácido (Luis García Berlanga, 1961)

3. FRECUENCIA

Hablamos de frecuencia para referirnos al número de veces que se repite un plano en un montaje. Normalmente, para volver a un flashback una o varias veces no necesariamente se repetirán los mismos planos, pues en esos casos el punto de vista suele cambiar a otro personaje.

Ahora repasemos las distintas transiciones entre planos:

Corte directo entre imágenes.

Corte a negro o desde negro (hay cortes a todos los colores, pero el negro es el más común).

Encabalgamiento de sonido entre imágenes (de principio o de final). Es decir, el sonido de la secuencia A puede seguir sonando sobre la secuencia B o por el contrario, sin que haya terminado la secuencia A, por encima de esta, comienza a sonar la secuencia B (este último es más común).

Fundido encadenado entre imágenes. Una imagen se disuelve progresivamente para ir dando paso a otra, que cada vez es más sólida hasta convertirse en la única imagen.

Fundido a color o desde color. Fundido encadenado en el que la otra imagen es un color sólido (de nuevo, siendo el más habitual el negro).

Cortinilla. Una imagen sólida empuja o sustituye físicamente a otra, invadiéndola, barriéndola o desplazándola de alguna forma. Si la cortinilla es un marco circular que se abre desde negro o se cierra a negro, se llamará iris (muy empleado como signo de puntuación dramático en el cine mudo).

Morph. Transformación de una imagen en la otra. Es un recurso que se usa normalmente para mostrar el paso del tiempo en la cara de un personaje (por ejemplo: en el mismo plano, sin corte, se pasa de la infancia a la madurez).

Una imagen invade a otra en esta cortinilla (Thetawave / CC BY-SA 3.0)

Al leer el guion de la película o cortometraje que vas a montar, muchas de estas acotaciones no vienen indicadas. Y si vinieran, tampoco estaríamos obligados a llevarlas a cabo. Es posible que en montaje no funcione lo que en guion sí parecía funcionar, ya que el material obtenido puede ser muy distinto del que se imaginaba en la preproducción.

Por ejemplo: en una secuencia del guion puede haber escrito un diálogo que luego el actor o actriz ha pronunciado de distintas formas en cada toma. En montaje se puede elegir cualquiera de esas tomas, cambiarla de orden o incluso quitarla si no hiciera falta. El cambio que ha sufrido el guion en montaje ha sido minúsculo, aunque la interpretación ha podido cambiar radicalmente con respecto a las indicaciones que el director dio en rodaje.

Supongamos ahora que, en vez de ser una frase de una secuencia, es la secuencia entera la que decides cambiar de orden. Por ejemplo: una secuencia que se escribió para la mitad del metraje, colocarla al principio y que sirva de flashforward. Ahora el guion sí ha cambiado su estructura, no es el mismo que leímos. ¿Y si quitamos la secuencia? ¿Y si quitamos a un personaje? Cambiamos la interpretación, cambiamos el guion… hay infinitas posibilidades, infinitas decisiones que tomar, y tenemos que estar abiertos y sensibles a ellas. Porque cuando montamos, rehacemos las películas.

Actividades

Teniendo los dos planos de abajo, y pensando en el ejemplo de Hitchcock del efecto Kuleshov, preguntémonos:

¿Qué plano insertaríamos en medio de ambas? (puede ser una foto o un dibujo).

¿Cuál sería su valor de plano? ¿Nos imaginamos un plano detalle o algo más abierto?

Ahora veamos otra secuencia rodada en plano-contraplano. Preguntémonos:

¿Qué noticia acaba de darle la persona que tiene enfrente?
¿En qué tamaño de plano se lo ha dicho?
¿Ella responde? Y si es así, ¿qué le dice?

Por último, veamos el comienzo de una película. Esta mujer está en la cita de su psicóloga. Vamos a imaginar qué plano podría venir a continuación.

¿Os lo imagináis en orden lineal o desordenado?
–Si es desordenado, ¿flashback o flashforward?
¿Repetiríamos asta secuencia más adelante? ¿Por qué?

01Escribir una historia, del tipo que sea, es un viaje largo y en ocasiones tortuoso. Una aventura en la que habrá momentos de euforia y nos creeremos el nuevo Charlie Kaufman (un guionista famoso, todo lo famoso que puede ser un guionista) y otros de bajona en los que nos plantearemos si realmente nuestro trabajo es bueno o es un poquito bodrio.

Si evaluar la calidad de una historia es ya difícil de por sí, no te quiero ni contar si encima la has escrito tú. La escritura es un ejercicio egocéntrico, pero también valiente. Al escribir, uno expone sus miserias al mundo. Y el espectador siempre hace un juicio de valor, porque las historias tienen algo que a todos nos conecta y define.

Todos conocemos historias o tenemos ideas en la cabeza, pero eso no quiere decir que seamos capaces de contarlas bien, de darles articulación, vida, hacerlas interesantes, genuinas, únicas.

El por qué algunas historias triunfan y otras no a veces ni siquiera tiene que ver con nosotros ya que, por suerte o por desgracia, no vivimos en la cabeza del espectador. Pero como de un buen guion puede salir cualquier cosa y de uno malo sólo una mala película, voy a daros tres pinceladas de teoría básica que debemos manejar para escribir una buena historia (o por lo menos intentarlo).

Los personajes deben querer conseguir algo

La búsqueda de un objetivo es el motor de la narración desde que se empezaron a contar historias, ya sea regresar a Ítaca o destruir el Anillo Único. Los personajes necesitan un objetivo y conseguirlo debe requerirles un esfuerzo.

Por eso, mi primer consejo es que le fastidies la vida a tu personaje.

Una forma interesante de saber cuál es el objetivo de un personaje es contestando estas dos preguntas:

¿QUÉ PASA? y ¿POR QUÉ OCURRE?

Es bastante habitual, cuando empezamos a escribir, confundir argumento y trama. Pero en realidad hay un matiz que diferencia estos términos cuando los usamos en teoría narrativa.

El argumento explica QUÉ PASA en nuestra narración. Se trata de poner en orden los acontecimientos que hacen avanzar la historia.

La trama explica POR QUÉ pasan las cosas. Es la historia explicada desde el punto de vista causa efecto. Dicho más claro: las cosas ocurren por un motivo y todo lo que ocurre tiene consecuencias.

Veamos un ejemplo con una película conocida por todos: El rey león (Roger Allers y Rob Minkoff, 1994).

Argumento: Simba, un joven león heredero al trono, se ve abocado al exilio al morir su padre mientras su tío usurpa el poder. Con ayuda de sus amigos y las enseñanzas de su padre, Simba es alentado tiempo después a regresar y reclamar su lugar en el reino.

Trama: Simba es un joven león heredero al trono. Su tío Scar, de la familia real, trata de engañarlo con el fin de quedarse así con el poder. Con ayuda de las hienas, Scar trama un malvado plan para matar a Mufasa, padre de Simba y actual rey, y hacer creer a Simba que él es el responsable. Con la mentalidad de un niño, asustado y con sentido de la culpabilidad, Simba es ahuyentado del reino pensando que ha matado a su padre. Perseguido por tres hienas, que tenían intención de matarlo por orden de Scar, Simba huye a la selva, donde conoce a Timón y Pumba, que lo rescatan y adoptan, y con los que rápidamente establece amistad. Mientras tanto, todo el mundo cree que Simba ha muerto, y es por tanto Scar quien toma el mando…

Y a partir de este punto la trama sigue, pero creo que el concepto ya está claro –y tampoco estamos aquí para hacer una tesis doctoral sobre El rey león.

Conflicto y obstáculos

Cuando ya sabemos qué pasa en nuestra historia y por qué, tenemos conflicto.

El conflicto es el resultado de dos fuerzas antagónicas que chocan. En este caso: Simba es el legítimo heredero del trono, pero su tío le roba el puesto.

El conflicto es lo que le da vida al relato, lo que nos permite captar el interés del espectador.

Nuestra historia se vuelve más interesante cuanto más empatiza el público con lo que le cuentan, cuando comprende los objetivos de los personajes y estos le generan algún tipo de debate interno. Mucho más interesante será nuestra historia si conseguimos empatizar no sólo con el protagonista, sino también con el antagonista, porque el conflicto será más complejo.

Imaginemos, volviendo a nuestro ejemplo, la historia contada desde el tío. El pobre Scar, que siempre ha sido un cero a la izquierda en su familia, ha tenido que cargarse a su hermano como una llamada de atención para que le hagan un poco de caso, porque hasta ahora, en su larga y triste vida, nadie le ha dado afecto y se ha limitado a ser un león feo y marginado socialmente en el reino animal, mientras su hermano, el rey de la selva, vivía como un pachá.

Todo esto que os he contado así un poquito a cholón es, en realidad, teoría muy básica que encontraréis más detallada tanto en manuales de guión como en internet. Este artículo no tiene extensión suficiente como para profundizar mucho más en ideas complejas, pero antes de acabar me gustaría apuntar tres consejos que normalmente no incluyen los manuales y que está muy bien saber a la hora de ponerse a escribir algo con el fin de que tu historia le pueda gustar a alguien (además de a tus familiares):

1. «Todas las historias están ya contadas»

Sí, nuestra historia, con toda seguridad, ya ha sido escrita por alguien.
Esto, que en principio puede parecer devastador, es en realidad una oportunidad extraordinaria para dejar de calentarnos la cabeza con qué estamos contando y centrarnos en el cómo lo contamos.
La manera que tenemos de narrar, la mirada que ponemos sobre las cosas, es única y personal. En la forma es donde reside la verdadera originalidad de una historia  –por eso El rey león y Hamlet cuentan la mismo pero son historias diferentes.

2. «Escribe de lo que sepas»

Un error muy común a la hora de enfrentarnos a la escritura es copiar aquellas historias que nos flipan. A mí, por ejemplo, me encanta El padrino (Francis Ford Coppola, 1972), pero eso no quiere decir que pueda escribir una historia sobre la mafia italoamericana en los años 60 en Nueva York –y si lo hago, con toda seguridad, será un ejercicio estéril y muy poco interesante porque ni soy mafiosa, ni sé italiano, ni he estado en Nueva York, y ni siquiera mis padres habían nacido en los años 60.

3. «Pon atención a las referencias»

Tan importante es fijarnos en las películas que nos gustan (¿qué funciona de ellas? ¿qué es lo que las convierte en historias excelentes?) como saber qué caminos no debemos tomar. Hay películas fallidas escritas con muy buenas intenciones. Estudiémoslas para saber qué no funciona de ellas y evitar cometer los mismos errores.

ACTIVIDADES

Según algunos eruditos, hay 20 tramas maestras en la narrativa. Si sabemos de qué tratará nuestra historia, le asignaremos la trama a la que pertenece y con esta información ahondaremos en los detalles de la susodicha trama para aplicar correctamente los elementos que esperamos de ella.

Por ejemplo, «El amor prohibido». El protagonista se enfrenta a los obstáculos para consumar su amor. Los obstáculos vienen impuestos por costumbre o tabúes sociales. En muchas ocasiones, el precio de conseguir el amor provoca consecuencias muy negativas para la pareja.

Esta historia se ha contado en ¡Olvídate de mí! (Michel Gondry, 2004) y en Deseando amar (Kar-Wai Wong, 2000), dos películas que no tienen nada que ver. Si no las has visto tampoco pasa nada, estoy segura de que se te vienen más ejemplos a la cabeza: Titanic (James Cameron, 1997), Romeo y Julieta (Baz Luhrmann, 1996), Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005).

Lo que quiero que hagas es lo siguiente: piensa en la trama y a partir de ahí elabora tu propio argumento vistiéndolo de realidad. Es decir, de un universo que tengas a mano, tu propia vida. No me refiero a que intentes elaborar una historia descarnada donde expongas tu vida personal. Simplemente trata de construir la historia desde una realidad familiar.

Te apunto aquí otras tramas para que repitas el ejercicio con premisas diferentes:

  • «Maduración»: El protagonista se enfrenta a un problema que está relacionado con su crecimiento, al paso del tiempo. Sufre un proceso que viene acompañado de las responsabilidades de la edad adulta. Normalmente el cambio va de la inocencia a la experiencia.
  • «Descubrimiento»: Una trama donde una persona aparentemente normal y corriente descubre detalles importantes u ocultos que hace cuestionarle la realidad o su condición. Con la conclusión, obtiene una visión más clara del mundo o aclara su propósito de la vida.

Una vez leí lo siguiente: «Hay buenos dialoguistas y malos dialoguistas, porque escribir lo que dicen los personajes requiere una habilidad especial y no todos los escritores escriben igual de bien».

Escrito así, con tanta vehemencia, esto parece una verdad, pero es un poquito mentira. Un mito extendido sobre el misterio que ronda el proceso creativo. Y es que, muchas veces, imaginamos el proceso creativo como un trance divino y al escritor como alguien con una sensibilidad especial trabajando en un estado de enajenación que lo conecta con la historia y sus personajes.

Mi experiencia dice lo contrario y, para dejar clara mi opinión, a mí todo esto del talento divino me parece una gran estafa propia de quienes, imagino, nunca se han sentado delante de un ordenador a escribir. Escribir de verdad. Escribir hasta que te duele el culo de pasar tanto tiempo sentado en la silla.

Porque ese es el único misterio, o casi, de los diálogos y de la escritura en general: echarle horas.

Si bien es verdad que hay trucos que facilitan el proceso, me parecía importante matizar esto como punto de partida, ya que el primer truco y más importante es este: escribir es reescribir. Porque lo primero que te sale es siempre malo, y tampoco pasa nada.

La reescritura tiene que ver con la síntesis, eliminar lo que sobra de una primera escritura. Esconder en silencios lo que al principio es evidente o redundante. Porque esos diálogos tan originales, o tan naturales que parecen sacados de la vida, son el resultado de muchas horas de trabajo frente a la pantalla dejando hablar a los personajes hasta encontrar su voz, la palabra justa y el silencio.

El objetivo de Petra es conseguir dinero y su estrategia es robar un banco. (© ECAM 2020 – Rigel Pomares)
El objetivo de Petra es conseguir dinero y su estrategia es robar un banco. (© ECAM 2020 – Rigel Pomares)

La reescritura tiene que ver con la síntesis, eliminar lo que sobra de una primera escritura. Esconder en silencios lo que al principio es evidente o redundante. Porque esos diálogos tan originales, o tan naturales que parecen sacados de la vida, son el resultado de muchas horas de trabajo frente a la pantalla dejando hablar a los personajes hasta encontrar su voz, la palabra justa y el silencio.

Y para ello, lo primero que tenemos que hacer es definir al personaje.

Piensa en dos señoras mayores del barrio de Salamanca dando una vuelta por El Corte Inglés. Piensa en un matrimonio comparando el precio de los yogures del Mercadona. En dos jóvenes ejecutivos en una cafetería.

El objetivo de Petra es conseguir dinero y su estrategia es robar un banco. (© ECAM 2020 – Rigel Pomares)

Piensa en las conversaciones que tienen, en su manera de hablar, en sus acciones y gestos.

Igual que en la vida, los personajes tienen una voz clara, reconocible, irreemplazable, que varía en función de su edad, su sexo y su manera de entender el mundo (dinero, trabajo, pareja, religión…). La forma de hablar de un personaje lo define en muchos aspectos que no son explícitos, dependiendo de todas estas variables.

Ojo, esto no quiere decir que nuestros personajes tengan que ser clichés. No nos obliga a que las dos señoras que compran en El Corte Inglés vayan a misa los domingos o sean votantes de un determinado partido, al revés. Los personajes más interesantes están cargados de contradicciones.

Por ejemplo, si una se pone a robar productos de cosmética estaremos recibiendo más información que si la escuchamos comentar el bautizo de su nieto, porque rompe con la idea preconcebida que tenemos de ella convirtiéndola, inevitablemente, en alguien más interesante.

«Tus diálogos no son realistas» es una crítica común cuando escribimos un guion. Pero, vamos a ver… ¿acaso las películas lo son?

Piensa en cualquier serie de Netflix. Sex Education, por ejemplo. Que un adolescente virgen que vive con su madre, terapeuta sexual, comience a dar consejos sobre sexo a sus compañeros de instituto no es realista, pero es verosímil.

Lo verosímil es aquello que, aunque no sea real, es creíble dentro de la historia.

De esta forma, los diálogos han de ser verosímiles sin enfangarse como las conversaciones que nosotros tenemos en nuestro día a día –que son imperfectas porque normalmente decimos lo primero que se nos pasa por la cabeza.

Para que nos hagamos una idea, es aquello que te hubiera gustado decir pero que en ese momento no se te ocurrió. Cuando escribimos tenemos esa oportunidad de pensar en qué dicen los personajes y en por qué lo dicen, haciendo avanzar la historia hacia delante.

Vale, pero… ¿y de qué hablan?

En cada diálogo que escribimos los personajes tienen que tener un objetivo (algo que quieren) y un conflicto (aquello que le impide o dificulta conseguirlo). Aunque no sea evidente a simple vista siempre hay algo en juego, porque ese algo es el motor de la tensión.

Vayamos ahora a ese matrimonio que hemos dejado comparando los yogures en el Mercadona. Imaginemos que ella quiere llevarse unos de ciruela marca Activia (objetivo), pero él no quiere despilfarrar el dinero (conflicto) y prefiere comprar unos azucarados marca Hacendado. A partir de aquí salen objetivos nuevos para cada personaje. Quizá para ella los yogures Activia, recomendados para el buen tránsito intestinal, representan la promesa de una vida mejor. Unos yogures que, aunque no se puede permitir, acabarían sin duda con ese problema de estreñimiento que tanto amarga sus días, mientras que su marido, ajeno a este tormento, arrampla con los yogures azucarados porque está ahorrando para comprarse un aspirador sin cable.

El objetivo de Petra es conseguir dinero y su estrategia es robar un banco. (© ECAM 2020 – Rigel Pomares)

Así pues, he aquí un personaje que no consigue su objetivo. Un personaje que gana y un personaje que pierde.

Hasta aquí parece todo (más o menos) sencillo. Tenemos personajes y tenemos conflicto, pero nos falta algo fundamental para rematar un buen diálogo: el subtexto.

Los diálogos son como los chistes: si los explicas mucho pierden gracia. Lo interesante a veces no es lo que dicen los personajes, sino lo que no dicen. Eso es lo que le da sentido a la escena, lo que la hace ganar en profundidad.

El subtexto es aquello que los personajes quieren decir y no dicen pero expresan de otro modo.

Nos sentamos ahora con los dos jóvenes ejecutivos en la cafetería. Están hablando, dicen:

RAUL:
– ¿Al final qué has pedido?
JUAN CARLOS:
– Dos Cola Caos.
RAUL:
– Pero si soy intolerante a la lactosa.

El fragmento no revela qué relación hay entre ellos, pero la frase «¿al final qué has pedido?» sugiere que momentos antes hablaron de qué iban a tomar, y eso nos lleva a pensar que Juan Carlos es un tipo egoísta al que no le importa Raúl.

Y, además, «Dos Cola Caos» es más que una respuesta, porque también contiene subtexto: soy un poquito infantil.

Escribir diálogos es un proceso emocionante y divertido que puede llegar a convertirse en un auténtico calvario, pero eso también forma parte del proceso.

De todas formas, aquí apunto una serie de consejos para ir cogiendo músculo:

Escribe a cholón

Escribe del tirón, sin analizar mucho, haciendo que los diálogos de los personajes fluyan en tu cabeza. Luego llegará el momento de reescribir y entonces ya tendrás tiempo de estar atento a todas las cosas de las que hemos hablado antes.

Sal a la calle y afina el oído

Si estás en un lugar público y escuchas una conversación, cotillea. Fíjate en qué errores de puntuación tienen, cómo acortan ciertas palabras, cómo se comen otras.

No se trata de copiar todo lo que oyes, lo tienes que amoldar a tu escena, pero te servirá para darle organicidad a los diálogos.

El objetivo de Petra es conseguir dinero y su estrategia es robar un banco. (© ECAM 2020 – Rigel Pomares)

Mete tijera

Sustituye diálogo por descripción. Todo lo que se pueda decir con una imagen es mejor que decirlo con palabras en la boca de un personaje.

Sustituye cháchara por silencio. Muchas veces el espectador rellena el silencio con palabras en su cabeza y esa suele ser mejor opción. Además, no decir algo es, sin duda, decir algo, ya que el silencio es un gran aliado del subtexto.

Recorta los discursitos a la mínima expresión. Trata de no repetir ideas, de no ser redundante. Los parlamentos, cuanto más cortos, mejor –a no ser que estén muy justificados o que tu personaje, por definición, sea un plasta.

ACTIVIDADES 

1. Lee las siguientes preguntas y trata de responderlas en boca de algún amigo

¿En qué te crees diferente al resto?
¿Qué haces cuando tienes un problema?
Si pudieras pedir un deseo, ¿cuál sería?
¿Cuál es tu recuerdo más feliz?
¿Cuál es la característica que más te gusta de ti mismo?

No sólo se trata de imitar su manera de hablar, también es un ejercicio de empatía. Hay que ponerse en el lugar del otro e imaginar sus respuestas en función de cómo es el personaje amigo.

2. Un diálogo se puede escribir de muchas maneras con una misma premisa

Nuestra premisa será la siguiente: Un padre le dice a sus hijos que uno de ellos no es su hijo biológico.

Y a la hora de escribir la escena piensa en el contexto. Piensa que no será la misma escena si lo dice en una boda, que si lo dice por videollamada. De la misma forma, tampoco será igual si es un padre joven hablando con sus hijos pequeños o si es un abuelo senil hablándole a sus hijos ya adultos.

El Festival Internacional de Cine de Gijón, que arranca el próximo viernes 19 de noviembre y que finaliza el sábado 27 de noviembre, acogerá a los talleres de Alfabetización Audiovisuales que hemos organizado en colaboración con el FICX y el CPR de Gijón – Oriente.

Taller: El cine es aún adolescente

La adolescencia como una etapa vital y concreta del desarrollo humano ha sido tratada en el cine innumerables ocasiones. Este curso pretende despertar el sentido crítico de los espectadores en torno a las relaciones que desarrollamos durante la adolescencia.

De este modo, el objetivo principal es fomentar la creatividad de los estudiantes, mediante el empleo de las herramientas fundamentales del cine de ficción y documental.

El profesor del taller será el cineasta Jorge Cantos, que estará dirigido a profesorado de Educación Secundaria, Bachillerato y Ciclos Formativos.

Si quieres más información sobre el taller puedes consultar este enlace.

Nuevas historias y nuevos cineastas llegaron ayer a la ECAM. Los alumnos y alumnas de secundaria del IES Gerardo Diego de Pozuelo de Alarcón presentaron ayer sus cortometrajes en una visita a la ECAM, como parte del programa ‘Orbita Cine’, que se ha implementado por segundo año consecutivo es este instituto.

‘Orbita Cine’ es un programa educativo de la ECAM, que tiene como principal objetivo dar apoyo a profesores y profesoras de centros educativos públicos en materia de cine. De esta forma, se pretende transmitir el conocimiento cinematográfico a las aulas, con ayuda de proyectos transversales a varias asignaturas, donde estudiarán temas relacionados con el séptimo arte.

Aprender a través del cine

El cine es un arte que es reflejo del mundo en el que vivimos y, al mismo tiempo, reflejo de nuestros sueños y de otras realidades. El aprendizaje a través del cine es una herramienta fundamental para poder aprender a cerca de quiénes somos.

Entre otras cosas, el cine potencia la creatividad y el pensamiento crítico. Además, cumple muchos de los objetivos planteados en todas las leyes educativas, como: la tolerancia, el rechazo de estereotipos de género, potencia el trabajo individual y en grupo o fomenta las capacidades emocionales. Pero es que además de todo esto, es una herramienta de ocio y de entretenimiento.

Interesante, ¿verdad? Si quieres conocer más a cerca de este programa educativo, consulta este enlace y no te pierdas nada sobre ‘Orbita Cine’.